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Ahoi Colombia

Veröffentlicht: 28.03.2024

Im letzten Eintrag habe ich ausführlich über meine Zeit auf dem Boot berichtet, aber meinen erste Begegnung mit Kolumbien komplett ausgelassen.

Nach einer abenteuerlichen Überfahrt mit 4 (!!!) Meter hohen Wellen erreichten wir schließlich nach gefühlter Ewigkeit den Hafen von Cartagena. Mein Magen machte während der Fahrt Purzelbäume, und ich war überglücklich, endlich anzukommen.

Da im Hafen kein Platz mehr zum Anlegen war, ankerten wir einige Meter vom Festland entfernt. Nachdem alle Passagiere von Bord waren, verbrachten wir noch ein oder zwei Stunden mit Aufräumen. Doch als wir selbst an Land wollten, streikte der Motor unseres bereits mit Müll der letzten Wochen und Gepäck beladenen Schlauchboots. Also riefen wir andere Boote um Hilfe.

Das erste, was ich in Kolumbien sah, war ein atemberaubender Sonnenuntergang zwischen den Wolkenkratzern Cartagenas – alles von einem kleinen Schlauchboot aus, das voller Müll war und von einem anderen Schlauchboot gezogen wurde, mit dem herzigsten aller Hunde auf meinem Schoß.

Als wir schließlich an Land gingen, half ich dem Hund heraus und kroch selbst ungeschickt hinterher. Ich legte mich erst einmal auf den Boden und bekam einen Lachanfall: "Endlich berühre ich kolumbianischen Boden." Die Crew applaudierte und lachte mich aus.

In Cartagena übernachteten wir im Haus der Kapitäne, auf einem überraschend gemütlichen Feldbett. Als ich die Dusche betrat, fühlte ich mich "landkrank" – das ist das, was nach der Seekrankheit kommt. Man hat das Gefühl, dass sich der Boden immer noch bewegt.

Am Abend nach der Überfahrt wurde wie immer mit den Passagieren gefeiert. Und was soll ich sagen? Kolumbien hat mich von Anfang an begeistert. Es ist noch bunter und lebendiger als Zentralamerika. In der Altstadt von Cartagena (die zugegebenermaßen recht touristisch ist) wird auf den Straßen getanzt, Cocktails werden gemixt, und aus allen Ecken kommt Musik.

Die Zeit in Cartagena verbrachte ich größtenteils tagsüber mit Lernen – nachdem ich auf dem Boot dafür weder Zeit noch Empfang hatte. Die Abende verbrachten wir größtenteils zusammen, spielten Scharade, lachten viel, kochten und erkundeten die Stadt bei Nacht.

So aufregend es auch war, nach einer knappen Woche wieder aufs Boot zu gehen, so sehr freute ich mich auch darauf, nach dem Trip endlich richtig in Kolumbien anzukommen.

Bussi Baba

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En la última entrada, he detallado extensamente mi tiempo en el barco, pero omití completamente compartir la experiencia de mi primera vez llegando a Colombia.

Después de una travesía aventurera con olas de 4 (!!!) metros de altura, finalmente llegamos al puerto de Cartagena después de lo que pareció una eternidad. Mi estómago dio vueltas durante el viaje y estaba emocionado de finalmente haber llegado.

Como ya no había espacio para atracar en el puerto, anclamos a unos metros de la costa. Después de que todos los pasajeros desembarcaran, pasamos una o dos horas limpiando. Pero cuando intentamos desembarcar, el motor de nuestra lancha, ya cargada con la basura de dos semanas y equipaje, dejó de funcionar. Así que llamamos a otros barcos en busca de ayuda.

Lo primero que vi en Colombia fue una puesta de sol impresionante entre los rascacielos de Cartagena, todo desde una pequeña lancha llena de basura y remolcada por otra, con el perro más adorable encima de mis piernas.

Cuando finalmente desembarcamos, ayudé al perro a bajar y yo mismo repté torpemente a tierra. Me tumbé en el suelo y me entró la risa: "¡Por fin toco suelo colombiano!" La tripulación aplaudió y se rió de mí.

Pasamos la noche en la casa de los capitanes en Cartagena. Al entrar en la ducha, me sentí todavia mareada. Sentí que el suelo aún se mueve.

Por la noche, después de la travesía, siempre se celebraba con los pasajeros. Y ¿qué puedo decir? Colombia me cautivó desde el principio. Es aún más colorido y animado que América Central. En el casco antiguo de Cartagena (que, lo admito, es bastante turístico), se baila en las calles, se mezclan cócteles y suena música por todas partes.

Pasé la mayor parte del tiempo en Cartagena estudiando durante el día, ya que en el barco no tenía tiempo ni recepción para ello. Por las noches, pasábamos mucho tiempo juntos con la tripulación, jugando a charadas, riendo mucho, cocinando y explorando la ciudad de noche.

Colombia me conquistó desde el primer momento. Aunque fue emocionante volver al barco después de una semana, también estaba ansioso por volver a este País tan precioso.

Besitos y Byebye

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